lunes, 25 de octubre de 2010

Cuotas sí, cuates también PDF Imprimir E-Mail
Ismael Bojórquez   
Lunes 25 de octubre de 2010
Unos días antes de las elecciones del 4 de julio, Mario López Valdez se reunió con su estructura electoral en un amplio local ubicado en el Desarrollo Urbano Tres Ríos. Ahí se hizo un balance de lo que había sido la campaña y se dieron las últimas pinceladas a lo que sería la jornada del domingo 4, que ya estaba a la vuelta de la esquina. Había cientos de seguidores de todo el estado. Triunfalista, Malova les dijo con parsimonia: “Bueno, ya nos ganamos la paleta, ahora hay que ver cómo nos la vamos a comer”. Dado por hecho que ganaría la elección, les tomó protesta a todos como futuros hombres y mujeres que conformarían la próxima administración estatal.
Si no es natural así se ve: participar en una campaña electoral es algo así como hacer méritos. Cuando gente que no participa en ella se arrima al vencedor, se le mira como advenedizo, y que nadie que estuvo en contra asome la cabeza en un acto del electo porque puede ser llevado a la hoguera. La guerra por el pastel se ha desatado, y no solo entre los que aspiran a las tajadas más grandes, sino también entre los que, de perdido, quieren meterle el dedo al betún.

Una vez que López Valdez ganó la elección, dijo que no habría en su gobierno ni cuotas ni cuates. Es pura retórica. Sabe que un gobierno en México, sea del nivel que sea, se conforma primero con los cuates. Y que las cuotas se van acumulando durante la campaña como fichas en un casino que luego hay que cambiar en la caja. Durante décadas se ha luchado porque las cosas no sean así, pero los que más pregonaron el cambio se convirtieron, ya en el poder, en lo mismo que decían combatir. Ahí está el PAN a partir de la victoria de Vicente Fox en 2000. Y ahí está también el PRD en los estados y municipios donde ha gobernado. Salvo contadas excepciones, PAN y PRD no han hecho más que reproducir los vicios del viejo sistema priista, pero con tal desatino que un partido se dispone a entregar el poder en la próxima administración federal, y el otro se extingue en sus pugnas internas y en su extravío ideológico.

En la lógica del poder, para conformar su gabinete Malova volteará primero hacia el primer círculo. Por eso se da ya como un hecho que Gerardo Vargas Landeros ocupará la Secretaría General de Gobierno y Echeverría la Secretaría de Finanzas. Uno fue su coordinador de campaña y el otro le administró los dineros, además de que fue tesorero de la Comuna cuando López Valdez fue alcalde de Ahome. De los dos se dice lo mismo: que les falta experiencia, tablas, pero a los dos se les atribuye el mérito invaluable de ser “cuates” de Malova.

Después de rastrear su primer círculo, Malova tendrá que pensar en las fichas de cambio. Durante la campaña contrajo mil compromisos y sabe que tiene que cumplirlos. Por ello al hijo de Juan Millán se le perfila ya para una Secretaría y por la misma razón, Aarón Sánchez está encargado de elaborar el Plan Estatal de Desarrollo. Debido a los mismos compromisos, Juan Guerra anda que se quema porque sabe que va en la punta de las propuestas perredistas, pero no tiene seguro a dónde va. En el PAN son más los apuntados porque si a un partido habrá de cumplirle el nuevo gobernador es a este que, además, tiene ahora el poder presidencial, que fue vital para el triunfo de Malova. Y aquí el que parece seguro para una Secretaría es Eduardo Ortiz, que se ha movido desde la campaña muy cerca del gobernador electo y tiene el apoyo nada despreciable de Heriberto Félix Guerra, secretario de Desarrollo Social.

Para mucho después Mario López Valdez dejará criterios como capacidad, empeño, experiencia, honestidad, trabajo, amor por los gobernados, cualidades que, se supone, nada tendrían que ver con las cuotas ni con los cuates. Tal vez en este último momento se cuelen elementos —vaya paradoja— que sirvan de contrapeso a la lógica del poder y que a la hora de gobernar hagan la diferencia. Malova parece tener buenos propósitos, como las tuvieron Vicente Fox en su momento y Felipe Calderón ahora. El problema para Sinaloa es que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.

Bola y cadena

DOS ÁREAS DE GOBIERNO serán vitales en la nueva administración: Seguridad Pública y Procuraduría de Justicia. Ya dijo Malova que nadie las quiere, pero seguro que al final sobrarán tiradores. Y aquí también, sobre todo aquí, habrá que estar pendientes por dónde vienen las designaciones, porque también en ellas pueden encontrar reflejo los compromisos adquiridos en campaña. ¿Quién o quiénes pondrán a los directores de las policías Ministerial y Estatal Preventiva? ¿Quién a la Dirección de Tránsito de Culiacán? Pero sobre todo, ¿a quién o a quiénes obedecerán los mandos?

Sentido contrario


TODAVÍA NO ASUME EL NUEVO Gobierno y ya los políticos hacen planes para el 2016. Por eso no se le puede dar crédito a los supuestos vientos del cambio. Menos en la perspectiva de que el PRI regrese a Los Pinos en 2012. Que por cierto, si regresa, lo harán también los virreinatos. Y entonces mermará el poder de los caciques locales. Por lo pronto, el gobernador Jesús Aguilar quiso asegurar el ungimiento de Pablo Moreno Cota porque tiene que asegurar, en principio dos de las tres senadurías que se jugarán en 2012 por Sinaloa. ¿Para quiénes? Una para él, la otra… para Juan Millán.

Humo negro

POR LO TANTO NO SE ESPERE que haya “cacería de brujas” en la próxima administración. Le ajustarán cuentas a uno que otro, pero sin que sea una política de Gobierno. Muchas cosas tienen todavía que negociar Jesús Aguilar y Juan Millán. Malova de por medio. Le guste o no al de Cubiri de la Loma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario